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¿Qué es la Affluenza?

¿Qué es la affluenza?
Tradicionalmente era una ingeniosa expresión nacida de la conveniente acronimia de las palabras anglófonas “affluent” (rico) e “influenza” (gripe) y que se utilizaba para expresar el fenómeno que afectaba a algunos jóvenes nacidos en familias adineradas y cuyos principales síntomas eran la falta de motivación, los sentimientos de culpa y una sensación de aislamiento, o lo que es lo mismo, las emociones negativas que expresaban sus «otras» necesidades no satisfechas.
Se puede ver como un problema emocional de algunos ricos pero, por suerte, la extensión global de los beneficios, deudas y valores del capitalismo ha logrado convertir la affluenza en una pandemia que llega cada día a más familias.
Son los jóvenes “swifties”, cada vez más identificados con el éxito, la posición social y el dinero, por encima de otros objetivos vitales como podrían ser encontrar una pareja de por vida o tener su propia descendencia. Aunque las mieles del aburguesamiento nos condicionan a todos, los jóvenes son más vulnerables a sufrir los síntomas, sobre todo aquellos que gracias a Instagram sienten que no son suficientemente ricos y además perciben que su entorno formalmente reprueba esas actitudes.
También sufren por dentro aquellas familias en las que los padres de primera generación se dejan la vida ganando para ofrecer muchas oportunidades a sus hijos y, paradójicamente, ellos se sienten desmotivados, presionados y aislados. Tienen todo lo material, pero sus emociones desagradables nos dicen que siguen hambrientos de otras necesidades que no son tan fáciles de obtener: la necesidad de conexión íntima consigo mismos y con los demás, y la necesidad elaborar significados propios que orienten sus vidas.
En su libro “Affluenza: How to be successful and stay sane”, Oliver James expone su visión sobre este “virus” y nos plantea, entre otras, una interesante conclusión: que para garantizar nuestra salud mental debemos perseguir nuestras necesidades en lugar de nuestros deseos. Esto conecta muy bien con la difícil, y muchas veces problemática, conexión y comunicación intergeneracional, en ocasiones viciada por el juicio y la comparación, la exigencia y las expectativas, expresados en el miedo, la culpa, el alejamiento y la dependencia.
En los próximos 20-25 años $83 trillones van a pasar a la siguiente generación, y con el dinero se van a heredar también relaciones, valores, necesidades, lealtades, experiencias, vínculos e influencias familiares. Por este motivo, es importante que en las conversaciones familiares sobre estrategia patrimonial (política de inversión, herencia, sucesión empresarial, etc.) se centren en entender, entre otras, las tan manidas emociones. Y no como objetivo en sí mismo, sino como simples expresiones de necesidades no atendidas de los distintos miembros de la familia.
Con ese enfoque, será más fácil crear un clima productivo para elaborar un planteamiento patrimonial que sirva al crecimiento familiar.

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